El Círculo Negro
Por Jesús Roque Orellana
Coordinador de Organización de Acción Juvenil León
México fue gobernado durante más de siete décadas por un partido político dominante, en una simulación de régimen democrático caracterizado durante un tiempo por la estabilidad y el desarrollo económico del país, aunque con una marcada represión de los sectores sociales que buscaran independencia respecto de los mecanismos de control establecidos por el Estado. Con posterioridad, esa estabilidad se terminó, dando lugar no sólo a una represión clandestina sino a una debacle económica que significó hacia el final del siglo XX la caída del sistema político mexicano emanado del movimiento revolucionario.
En ese sentido, Antonio Velasco Piña nos lleva a sospechar que, de alguna manera, existió un grupo secreto que controlaba al otrora partido oficial, un grupo sectario que buscaba mantener bajo su control los hilos del poder en México, y que lo conseguía a través del dominio de los sectores sociales que componían la estructura del Partido Revolucionario Institucional. Este grupo no intervenía de forma directa en los asuntos del gobierno, sino que se limitaba a garantizar la preservación del modelo de Estado surgido de la Revolución.
Se trata del Círculo Negro. La novela describe el testimonio de un anciano que en su lecho de muerte decide hacer la confesión de cuantos secretos posee, y para ello se vale del presbítero jesuita que le administró los últimos sacramentos, quien contacta al autor de esta obra para que pueda entrevistarse con el moribundo. Lo elige a él para hacer del conocimiento público el cúmulo de secretos que guardó durante casi medio siglo, puesto que necesita depositar toda esa información en una persona de ideología opuesta a la del priísmo.
Durante estas entrevistas, el anciano describe al autor la evolución del Estado mexicano, aduciendo las cualidades particulares de la idiosincrasia mexicana desde la época precolombina como justificación del gobierno autoritario, al afirmar que la estructura jerárquica, de una rígida verticalidad, que poseían las culturas prehispánicas, fue una herencia que hizo necesaria la aparición de caudillos y de dictaduras para enfilar al país al progreso material. Sostiene que fuera de Juárez, Díaz y Calles, no existieron estadistas en México.
El Estado presidencialista surgido del movimiento de 1910 hizo necesaria la evolución de la condición de país de hombres a nación de instituciones y leyes. El asesinato de Obregón y la creación de un partido de Estado hicieron posible confluir las diversas fuerzas sociales entorno a un orden establecido desde las más altas esferas del poder.
En ese contexto, con la llegada del civilismo en la política nacional durante el régimen de Ávila Camacho, un grupo de cinco jóvenes políticos deciden crear una Real Constitución del Estado Mexicano, que señala que la forma de gobierno en México es una monarquía absoluta sexenal, intransferible e improrrogable, cuyo jefe de Estado será el Monarca, quien coexiste en el gobierno con otras dos instituciones: El Partido y el Círculo Negro.
Las funciones del Círculo Negro serán las de fortalecer al Monarca en la toma de decisiones, así como proteger al sistema político al impedir que el Monarca decida perpetuarse en el poder por sí mismo o por interpósita persona, llegando incluso a considerar como atribución decretar su muerte en caso de pretender reelegirse, situación que estuvo a punto de actualizarse en los casos de Miguel Alemán, Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari, en los cuales provocaron la sustitución del candidato previsto para suceder el Presidente en turno.
El control político del Círculo Negro se encontraba en la influencia que tenían sus integrantes en los sectores sociales del Partido, así como en la reserva y el secreto de la identidad de los integrantes, cuyo único miembro visible era Fidel Velázquez, líder vitalicio de la CTM y quien fungía como enlace entre el Círculo Negro y el Monarca. La intervención de este grupo secreto, que respaldaba las decisiones autoritarias del Presidente en turno, permitió que durante los sexenios de Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos, el país gozara de estabilidad financiera y desarrollo económico.
Pero al cometer los errores de apoyar las decisiones autoritarias de Gustavo Díaz Ordaz lo único que consiguieron fue que el sistema político que buscaban proteger comenzara a decaer. Las pésimas decisiones económicas de Luis Echeverría y José López Portillo sólo habrían de empeorar la situación.
Los regímenes neoliberales de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo implicaron no sólo el ocaso del régimen priísta, sino también del Círculo Negro. La muerte de tres de sus integrantes por su avanzada edad, hizo que Fidel Velázquez y el anciano narrador (presumiblemente Alfonso Corona del Rosal) comprendieran que su influencia había llegado a su fin y que la alternancia política estaba próxima a ocurrir.
Este libro, aun cuando la teoría conspirativa que contiene pueda resultar poco factible debido a consideraciones sociales y políticas que podrían hacerla una narración inverosímil, resulta útil como un manual de historia política nacional, puesto que refiere la evolución del Estado mexicano desde la independencia hasta el ocaso del régimen priísta.
Se trata de un texto interesante que subraya la importancia de los sectores sociales, principalmente el obrero y el campesino, para el sostenimiento de un régimen político que imperó durante siete décadas. El anciano concluye en la obra que aun cuando el Partido Revolucionario Institucional retornara al poder, el sistema político que construyó no volverá a ser el mismo.
Los datos de la obra son: "El Círculo Negro. El grupo secreto detrás del poder en México". Antonio Velasco Piña. Punto de Lectura, 2005.